Desde 2008, el capitalismo ha enfrentado una larga y aguda crisis sistémica. La clase dominante, como siempre, trata de arrojar los efectos de este nefasto escenario sobre los trabajadores.
Con la pandemia de la COVID-19, a partir de 2020 los trabajadores vienen pasando por grandes dificultades y 2021 fue un año crítico. Las estadísticas económicas y sociales retratan esta triste realidad.
El mundo no solo enfrenta una crisis sanitaria, son varias las crisis que se han profundizado: económica, social y ambiental, causando daños sin precedentes a los pueblos y al propio planeta. En realidad estamos viviendo una verdadera catástrofe humanitaria, con millones de vidas perdidas.
Además, los efectos en el mundo del trabajo son irreparables. Aumento del desempleo, reducción y pérdida de salarios de los trabajadores e ingresos de las propias empresas, quiebra, crecimiento de la informalidad, precariedad laboral, recrudecimiento de la ofensiva contra las organizaciones sindicales.
La crisis afecta de manera desigual. Los más vulnerables han pagado un alto precio. El aumento de la pobreza, el aumento del hambre y la ampliación de las desigualdades sociales han dificultado enormemente la educación y la formación, tanto dentro de los países como entre los padres (OIT).
Es urgente y necesario que todos tengan acceso a la vacuna segura y eficaz contra el COVID. Es fundamental construir espacios de unidad con el sindicalismo de clase internacional, fortaleciendo una agenda de lucha en defensa de la democracia, la soberanía de las naciones y un proyecto de desarrollo que valore el trabajo, respetando lógicamente las particularidades de cada país.
LÚCIA COSTA MAIA
Presidente da FLEMACON
