Las acciones de FLEMACON en América Latina y Caribe, en busca de la unidad de la clase trabajadora, en la lucha por salud, respeto a los derechos y la justicia social.
LÚCIA COSTA MAIA *
FLEMACON y las organizaciones del movimiento sindical tuvieron que enfrentar grandes desafíos en 2020. Además del retroceso, persecuciones a los líderes y a los sindicatos, la pandemia del coronavirus nos exigió un doble esfuerzo en la lucha por la defensa del trabajo y de los derechos que ya conquistados.
Las contradicciones del capitalismo se tornaron aún más profundas y mostraron claramente el fascismo en las entrañas de la extrema derecha: retrocesos, preconceptos, homofobia, racismo, xenofobia, misoginia y oscurantismo.
El mundo vive múltiples crisis: política, económica, sanitária y social, que generan inestabilidades, graves tensiones, fruto de la brutal ofensiva imperialista y de la fuerte ola conservadora, que amenaza la enflaquecida paz mundial.
América Latina y Caribe llegan al final del 2020 con un alarmante aumento en las desigualdades sociales y castigadas por el Covid 19.
Según una estimativa de la Comisión Económica de América Latina y Caribe (CEPAL), se prevé que la región sufra un promedio de 5,3% de contracción, peor que las ocurridas en 1914-1930, cuando se registró una baja del 5%.
El informe presentado por CEPAL y OIT apunta que la tasa de desempleo en la región llegará al 11,5% de la población. Asaremos del 8.1% en 2019 para el 11,5% em 2020, lo que supone 37,7 millones de personas sin trabajo (11,5 millones más que en 2019).
A pesar de las adversidades y crisis múltiples, existe resistencia. Destacamos algunos hechos positivos: La victoria del MAS en las elecciones de Bolivia; la derrota del republicano Donald Trump en Estados Unidos; la victoria electoral en Uruguay y Venezuela; la convocatoria de Asamblea Nacional Constituyente exclusiva y con paridad en Chile; la aprobación del impuesto a las grandes fortunas y la legalización del aborto en el Senado (victoria de la lucha feminista) Argentina.
En Ecuador, el candidato a la presidencia por la fuerza progresista Unión por la Esperanza (UNES), André Arauz, lidera las encuestas para las elecciones de febrero de 2021, según informaciones del Centro Estratégico Latino Americano de Geopolítica (CELAG).
En Perú, luego de la crisis y la vacante presidencial, el pueblo se hizo presente en las calles exigiendo fortalecer la Asamblea Nacional de los Pueblos y la unión de la izquierda.
En Colombia, el acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC cumplió cuatro años el 24/11. Es fundamental que se defienda el acuerdo, violado por el gobierno de Iván Duque, representante de la extrema derecha y de la guerra. Desde la firma del acuerdo hasta el septiembre pasado, 1.008 activistas y 227 exguerrilleros y guerrilleras han sido asesinados.
En Cuba, como si el bloqueo genocida de Estados Unidos no fuera suficiente, el gobierno imperialista intenta una vez más crear caos y desorden en la patria de Fidel, con un intento de golpe, a través del Movimiento San Isidro, una articulación al servicio de los intereses del imperio.
Pero Cuba resiste con la fuerza inquebrantable de su pueblo a la Revolución, que cumple 62 años este 1º de enero de 2021. El país acaba de ser elegido para el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y anunció la unificación de su moneda.
Estos eventos señalan importantes avances para la región de América Latina y Caribe. Muestran que la unión en las luchas es una herramienta fundamental para debilitar la ola conservadora que se ha apoderado del continente en los últimos años.
2020 Brasil: El pueblo enfrenta los riesgos de la pandemia y la angustia de vivir bajo un gobierno fascista
En la historia reciente de Brasil, luego de ser reelecta presidente en 2014, la expresidenta Dilma Rousseff (PT) fue destituida en 2016, a través de un proceso fraudulento, con un golpe parlamentario, jurídico y mediático, con el objetivo de atender los intereses del capital y con la orientación de los Estados Unidos.
Asumió su vice presidente, Michel Temer (PMDB), con la misión de promover una agenda de retrocesos con la retirada de derechos sociales y laborales.
En 2018, fue electo presidente de la República el diputado federal Jair Bolsonaro. Ex-capitán de la reserva casi expulsado del ejército, que vivió durante 28 años colgado en cargos públicos, con tres hijos, partidario de la dictadura, la tortura y de los milicianos.
Con la elección de Bolsonaro, el país se quedó a la deriva. El pueblo brasileño vive un momento de extremada angustia y dificultad. Su política nacional de sesgo dictatorial no presenta un proyecto de nación, contrario a los lineamientos de la OMS y autoridades sanitarias nacionales e internacionales sobre la pandemia del coronavirus, que ya suma más de 200 mil muertos.De hecho, es un momento en el que la clase obrera se tiene que esforzar para mantener las conquistas históricas y, principalmente, luchar por la vida.
Somos representantes de la industria de la construcción, uno de los sectores más impactados por la pandemia y que sufre influencias de las oscilaciones económicas globales.
Desde 2014, con la Operación Lava Jato, el sector ha registrado un importante retroceso en sus actividades, una vez que las principales firmas del país, involucradas en la investigación, fueron casi extintas.
A diferencia de otros países que han vivido situaciones similares y los empresarios fueron punidos, preservando las empresas, entendiendo que son patrimonio nacional, ya sea público o privado.
La resistencia continúa. Las centrales sindicales en alianza con los movimientos sociales, fuerzas políticas y parlamentares progresistas han demostrado ser fundamentales para contener los retrocesos, atenuar los efectos perversos de la crisis y aliviar el sufrimiento del pueblo brasileño.
A pesar de todas las dificultades y riesgos de contaminación, en 2020 Brasil tuvo elecciones municipales para alcalde y concejales, con un resultado desfavorable para el gobierno de Bolsonaro.